9.9.08

El otro es trinchudo

Es cierto que tengo varias lecturas pendientes y que todas son urgentes; pero cuando a uno le da ganas de ir al baño pues no tiene más que detenerse y aceptar la fatalidad fisiológica. Bueno, tampoco hay que resignarse por eso cogí al azar una de mis recientes compras en la feria del libro de la universidad (sí, sí, otro blog de un patita de la Católica pero ya verán que éste tiene gracia: para empezar, nunca he ido a un Starbucks y por tanto no transcribiré a este blog las grandes ideas que allí ebullen).

A lo que iba: Me acompañé de Las nuevas reglas de juego de Romeo Grompone que estaba con el 50% de descuento en el stand del IEP y de un lápiz parchadito, también de la Católica (no se deje llevar por las apariencias, enemigo lector, ya verá que mi fe no es ciega). Entré al baño y mientras mi organismo operaba, me dediqué a revisar el libro buscando una perla que quiero comentar a modo de "play de honor" de este blog.

En la sección: La noche como impacto y seducción en los barrios populares, el perpetrador del libro escribe lo siguente: "La chicas usan el peinado al estilo de la cantante Shakira; los muchachos van constantemente al baño para mojarse el pelo, modos quizás de imaginar frescura y naturalidad." No te rías (todavía) que esto es en serio. Como ya dijeron por ahí, estamos aquí para intervenir con simpleza y decir: profe, así no es.

Esos son los problemas de un trabajo de campo que nadie cuestiona. O de hacerlo al paso, para cumplir nomás. Claro como ninguno de los estudiados leerá lo que de ellos se publica meten cualquier floro. Desde los primeros días de la universidad me di cuenta de que los artículos que me mandaban a leer tocaban temas que a mí, extrañamente, me eran familiares. Con una lucidez impensada, me di cuenta de que estaban hablando de mí o de mis patas. Carajo! Somos famosos, pensé ingenuamente.

Luego me di cuenta de que los famosos no éramos nosotros sino quienes "descubrían" lo que hacíamos, lo que decíamos, lo que pensábamos. Y como todo se trata de egos pues agárrense que cada vez más "informantes " ingresan a la universidad (con ganas de joder) y empezaremos a hablar por nosotros mismos. El otro está entre ustedes o, mejor, el otro chambeó duro para enviar a su hijo a la universidad. El hijo se rehusó a estudiar alguna carrera de éxito y, tras el roche en la casa, le prometió al viejo y la vieja que sería bueno: que hablaría por sí mismo.

Romeo Romeo, dónde estás que no la ves. Cuando vamos a un tono sudamos y eso hace que nuestro pelo trinchudo se pare más todavía. Para disimular el asunto (sobre todo cuando estaba de moda el corte honguito), corremos al baño a echarnos agua a los cotados de tal modo que podamos seguir afanando.